CAPITULO IV
Sólo abrazaba el deseo de dar la espalda, a todo.
No tenía sentido, todo para nada.
¿Eso significa crecer y aprender? ¿Hacerse inmune a los sentimientos?
¿Dejar que cosas que nos duelan pasen y aceptarlas?
¿Nada más?
¿No somos más que eso?
Marionetas destinadas a sufrir, ya sea por la ignorancia o a través del conocimiento. Víctimas de algo o alguien que no se atrevía a dar la cara.
De reojo pude ver a mi amigo, desconcertado, que me seguía.
Me detuve.
_ No podías hacer nada _insistió._
Mundo, perdona, pero creo que de ahora en adelante yo mismo decidiré si puedo o no hacer algo por alguien.
_ Mira, sé que no fue la mejor manera, pero piensa en lo que te dije, dejaste al otro gusano sufriendo solo en su atribulado descubrimiento.
_ Es inútil _le dije, y le sonreí triste.
_ Necesitaba ayuda, tú podías ayudarle.
_ Pero ya no lo hice.
_ ¿Qué harás? _me preguntó y echamos a andar nuevamente.
Le miré.
_ No lo sé, nada, supongo _suspiré_ ¿pensar? ¿caminar?
_ ¿Seguirás caminando?
_ Bueno _respondí_ ya sabes, no puedo detenerme, o me quedaré atrás.
Y sin volver la vista, huí.
viernes, 31 de agosto de 2007
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