Y de pronto se encontró solo, y vió un desierto que se extendía incluso más allá de su vista.
Inició su penosa marcha en silencio y cabizbajo.
_ Gusano, ¿qué harás ahora? _preguntó una voz conocida dentro de su cabeza.
_ Volviste _respondí.
_ Gusano, si callé fue porque no tenía nada que decirte.
_ ¿Sin críticas? _pregunté, un tanto extrañado.
_ Entiendo por lo que has pasado _me dijo.
_ Al menos es un cambio _respondí, y callé.
_ ¿Qué harás? _me preguntó nuevamente.
_ Por ahora, caminar.
domingo, 16 de septiembre de 2007
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