CAPITULO VI
Y llenó de silencios su camino, de recuerdos sin sonido, en blanco y negro, y entrecortados.
Y se detuvo, y tuvo miedo.
Recordó a su amiga, su querida ave, tan llena de vida y de vuelos graciosos, se vio a si mismo, arrastrándose penosamente en su camino.
Y lloró...
Pasó el día lentamente, hasta que la oscuridad comenzó a cubrirlo todo, a lo lejos primero y hasta llegar a él.
Un gusano solo y triste. Y volvió su vista al cielo y se encontró con las estrellas, y sonrió.
Alejándose del miedo y sin dejar de mirar a las alturas, su corazón, un puño de pronto, y el gusano, oró.
_ Señor Dios _dijo_ tal vez seas una broma, como dijo alguna vez un amigo. Tal vez le hable a tu recuerdo en estos momentos. No te pido nada, sólo quiero contarte algo.
Desde aquí y ahora, volveré sobre mis pasos, no debo estar más solo, no importa el tiempo perdido, ni que mis palabras ahora puedan ser llevadas por el viento, y perdidas entre paisajes nocturnos. No importa si me escuchas, pues esta será la última palabra que te diga. Pronto estaré entre amigos. He aprendido cosas en mi camino. He tenido momentos de gloria, así como de profunda desesperación. De las cosas que buscaba y no sabía, no las he hallado, y es extraño, no me importa, he intentado siempre hacer lo correcto. Pero siempre según mi propio pensamiento.
Ha pasado mucho tiempo.
Me despido ahora, de ti, y de mis miedos.
Pero no pudo moverse, y como en una explosión, se vio atrapado entre su propia desesperación y el fantasma de sus temores.
Y en ese mismo sitio se quedó, y volvió a llorar desconsoladamente, hasta que el cansancio le venció y sin moverse un solo milímetro, se durmió.
Al amanecer, el frío le despertó. Se quedó allí. Vino el sol y entibió su cuerpo. No se movió. Corría el tiempo, lenta e inexorablemente. Pero el gusano, no se movió.
Y he aquí que, cuando el ocaso se hacía presente, un liguero batir de alas, un perfume de flores, y la misma voz que un día le extasiara.
_ Hola Gusano _dijo alegre.
_ Hola _respondió el gusano en un susurro.
_ ¿Estás triste? _preguntó ella.
_ Si, bueno, ahora no, o sea, estuve... hace un rato, ahora ya no, nunca más.
Y el movimiento volvió al gusano. Y echó a andar.
Ella le acompañó durante un largo trecho, contando aventuras y describiendo los lugares por donde había pasado. El gusano escuchaba, feliz.
_ Bueno _dijo ella_ nos veremos nuevamente, tú sabes, me es difícil quedarme mucho rato en un mismo sitio... quizás algún día.
_ Adiós _dijo el gusano, sin dejar que la tristeza le envolviera nuevamente.
Y la miró un rato mientras ella se alejaba, volando.
Y continuó su camino de vuelta, con las manos vacías, y el corazón contento.
jueves, 16 de agosto de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario